viernes, 16 de diciembre de 2016

MUTISMO SELECTIVO: ORIENTACIONES PARA EL PROFESORADO

El mutismo selectivo, se caracteriza por la dificultad del niño, con competencia lingüística y comunicativa adecuada para su edad, para interactuar verbalmente con determinadas personas y en determinadas situaciones. Es decir, los niños con mutismo selectivo se comunican verbalmente con normalidad en los entornos más familiares y próximos y no lo hacen en entornos o situaciones menos familiares y/o con personas poco conocidas. La duración del mutismo selectivo lleva más de un año. El niño con esta dificultad siente un MIEDO real a hablar y a las interacciones sociales, cuando existe una expectativa de que él hable. Aunque no exista ninguna razón lógica para el miedo, las sensaciones que el niño experimenta son tan reales como las experimentadas por una persona con una fobia.

La autoestima es el eje central de la seguridad personal y nuestros alumnos la construyen en función de cómo interpretan emocionalmente, por tanto, inconscientemente sus vivencias. Así el cerebro emocional puede secuestrar al cerebro cognitivo. Los niños con estas dificultades parecen haber generado creencias de identidad negativas. Seguramente no se acuerdan de ello pero su memoria emocional sí.  Activan el mutismo selectivo como mecanismo de protección. Sienten menos dolor emocional al mantenerse callados en determinadas situaciones y con unas personas especificas.

Es por ello que se determina que estos niños presentan, en el momento actual, Necesidades Específicas de Apoyo Educativo derivado de su problema de comunicación, que afecta directamente a su rendimiento escolar.  Son niños que necesitan:

- Aprender a manejar sus emocionales.
- Ofrecerles actividades que el permitan la repetición y la internalización de las estrategias más eficaces para ellos.
- Generar experiencias emocionales positivas que contrarresten esas otras negativas que traen previamente incorporadas, proporcionándoles situaciones que mermen la carga emocional negativa y, consecuentemente, ayudándoles a crear una identidad personal positiva que le permitan aprender.
- Aprender estrategias de relajación progresiva y respiración mediante el uso de actividades lúdicas.
- Reforzar sus habilidades sociales a través del juego.
- Sentirse seguros para que desaparezca su comportamiento defensivo, “el mutismo selectivo”.

Pautas para trabajar con estos niños

Intensificar el vínculo afectivo positivo con el niño. Con este fin se pueden realizar diversas estrategias: destinar momentos concretos a lo largo del día (2 ó 3) para estar con él e interesarse por sus “cosas”; establecer contacto físico cariñoso frecuente con el niño, utilizar el elogio privado y público por las tareas bien realizadas, contar con él en las situaciones que se produzcan en el aula, hacerle consciente de la atención del profesor con sonrisas y guiños, realizar juegos en el aula y hacer pareja de juego con el niño…

Favorecer las interacciones entre los niños y entre éstos y los adultos en el centro. Para ello se diseñarán actividades en parejas y pequeño grupo. Se pueden realizar actividades de trabajo escolar tales como realizar murales, hacer construcciones, juegos de ordenador que exijan dos participantes…; y actividades de juego libre y juego dirigido (juego social, juego cooperativo…). La elección de los grupos será realizada siempre por el profesor, igualmente programará las ayudas que el niño necesita y estará muy pendiente del desarrollo de las actividades.

Evitar actuaciones, tanto de los compañeros como de los profesores, que puedan mantener el comportamiento de mutismo, tales como dar por válidas respuestas gestuales del niño, darle la posibilidad o sugerirle que responda de otras formas distintas a la verbal, permitir que otros niños pidan algo o respondan por ella, realizar comentarios que justifiquen o expliquen el comportamiento del niño (“No habla porque…”…).

Evitar la sobreprotección. Ante situaciones sociales en las que es visible la incomodidad del niño, y en las que se manifiesta la tendencia del adulto a sobreprotegerlo, conviene resolver la situación actuando de manera general, sobre todo el grupo, y no centrándola en el pequeño. No conviene justificarlo ante los demás, ni expresarle comprensión, ni insistirle en que responda verbalmente… Tampoco se le harán las tareas que el niño puede hacer por sí solo.

Asignar pequeñas tareas de responsabilidad dentro del aula y del centro educativo ajustadas a la edad (hacer recados, repartir/recoger material, borrar la pizarra, pedir fotocopias al conserje…)

Aumentar el control del adulto, sobre las interacciones entre los iguales, con el fin de evitar el aislamiento del alumno y, sobre la existencia de tiempos de trabajo en los que la actividad escolar depende de su propia iniciativa.

Evitar que el alumno pase desapercibido en las actividades que impliquen la participación de todos (responder a preguntas, cantar, representar con mímica…), respetando escrupulosamente su turno y asignándole un tiempo de participación.

Incrementar dentro de la programación de aula las actividades que impliquen movimiento corporal y contacto físico entre los niños (hacerse cosquillas, formar “montones”, darse abrazos…).

Introducir o incrementar en la programación de aula actividades de relajación para realizar en grupo (salir a borrar la pizarra, repartir materiales, llevar algo a otro profesor, recoger fotocopias en conserjería, acompañar a un niño...).

Reforzar con frecuencia los comportamientos y actuaciones que el niño realiza bien (trabajos escolares, atención a las explicaciones, disposición al trabajo, ayuda a compañeros…).

Crear un clima de seguridad, aceptación y confianza en el aula favorable a la comunicación verbal.

Programar tiempos de coordinación de todo el profesorado que interviene en la atención educativa del grupo al que pertenece la alumna, para dar coherencia y consistencia a la intervención educativa. Es fundamental que todo el profesorado que tiene relación con el aula y con el niño, junto con la orientadora, comprenda los objetivos y estrategias a llevar a cabo, diseñe y planifique las actividades a realizar en sus sesiones y ponga en común los resultados y dificultades encontradas. La coherencia y consistencia de las intervenciones de todos contribuirá positivamente a que tenga resultados positivos.

Se les dará instrucciones a los padres para que hagan “vida social” dentro del entorno escolar. Siempre que sea posible, les llevarán a la escuela, les recogerán, y permanecerán en el patio escolar fuera del horario fomentando el juego de la niña con sus compañeros. Los padres deberán establecer interacciones sociales con otros adultos ofreciendo al niño modelos adecuados de relación interpersonal.

Mantener estrecha relación con la familia para el trasvase de información y el ajuste de las pautas y estrategias a implantar en el ámbito familiar.


En cuanto a las actividades para potenciar el uso de lenguaje:

·                     Diseñar y planificar actividades y juegos de producción de sonidos y comunicación corporal:

- Juegos de movimiento corporal (imitación de gestos, adivinar objetos o acciones mediante mímica, dirigir a un compañero con los ojos vendados…).
- Juegos de producción de sonidos corporales (palmadas, soplidos, golpes con pies, silbidos, chasquidos…).
- Juegos con sonidos inarticulados y articulados (encadenamiento de sonidos, gradación de sonido, asociación de sonidos a movimientos…).

En relación con el desarrollo de estos juegos, es conveniente tener en cuenta lo siguiente:
a. La profesora determinará la composición de los grupos de juegos. Estos grupos serán inicialmente muy reducidos, parejas o tríos, y se irán ampliando progresivamente. Por otro lado, ayudará al niño a integrarse y en el grupo de juego y a participar en él, evitando su tendencia al aislamiento y la falta de iniciativa.

·                     Realizar actividades y juegos de habla enmascarada, en las que al niño no se le ve la cara mientras habla (títeres, marionetas, hablar por teléfono dentro de una casita, máscaras, juegos de hablar al oído…).

·                     Plantear juegos de pareja que requieran emisiones verbales sencillas en cuanto a contenido y breves en cuanto a longitud (lotos, memoris, el mensaje secreto, adivinar oficios,…)

·                     Organizar en torno a los rincones del aula pequeños grupos de trabajo y/o de juego en los que se le facilite al niño el intercambio verbal con compañeros. Es importante que los agrupamientos sean establecidos previamente por la profesora cuidando especialmente la composición de los grupos (inicialmente con los niños con los que tiene una mayor relación).

·                     La gran tendencia a la acomodación del niño (y de los adultos del entorno escolar y familiar) en el nivel de emisión verbal alcanzado por ésta, sugiere la necesidad de ir aumentando la exigencia de emisión verbal y las situaciones de intercambio comunicativo.

·                     En general, cuando se tenga que realizar la planificación y diseño de actividades, habrá que partir siempre de lo que el niño es capaz de hacer en cada momento, planificando y llevando a cabo, siempre de forma progresiva, actividades de mayor complejidad.

·                     Por último, no conviene mantener la aplicación de una estrategia durante más de dos semanas, si ésta no ha producido progresos en el niño. Cuando esto ocurra, diseñaremos y probaremos con otro tipo de estrategias.

En cuanto al desarrollo de la autoestima del niño:

v      Es una buena idea hacerle reflexionar sobre todo lo que sabe hacer bien, recordarle las frases agradables que se han dicho de él, que lo escriba. Es importante que pueda tener esa lista siempre cerca o pegada en la pared para que pueda recordar sus logros y sus buenas cualidades.
v      Es muy importante que se le recuerde en casa lo mucho que le quieren y que es un amor incondicional.
v      Debe saber que es un niño especial; que es singular y no hay nadie en el mundo como él porque solo hay un ________.
v      Se debe decirle cuando hace las cosas bien para protegerle del daño que le hacen sus errores y que pueden provocarle el sentimiento de ridículo. También es buena idea contarle las características que tiene que gustan a los demás. Es preciso elogiarle solo cuando tenga sentido, sino perdería su efecto.
v      Los padres deben recordarle lo orgullosos que están de ella cuando pasa por situaciones que le dan miedo. Es un niño valiente.
v      Es preciso recordarle que muchas cosas son de escasa importancia y que se solucionarán solas. Si se encuentra atrasado en una cosas es seguro que irán más adelantada en otras.
v      Lo que viste el niño es muy importante para él. Los padres deben velar porque acuda al centro conjuntado, con la ropa limpia, a la moda…
v      No juzgarle de forma negativa cuando él pueda oirlo. Si oye que cierta gente le critica, dará por sentado que los demás ven esas cosas por las que se le está criticando y llegará a la misma conclusión; por lo tanto tendrá miedo de repetir esa conducta en público.
v      No hay que desestimar los sentimientos del niño, si está molesto no debe decírsele que se calme y que actúe de acuerdo con su edad. Es preciso, por el contrario, comentar con ella el asunto e intentar solucionarlo. Eso le ayudará a ganar confianza para solucionar futuros conflictos.


Por último, será muy importante mantener una adecuada coordinación de todos los profesionales implicados en la evolución positiva del niño.

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