El mutismo selectivo, se
caracteriza por la dificultad del niño, con competencia lingüística y comunicativa
adecuada para su edad, para interactuar verbalmente con determinadas personas y
en determinadas situaciones. Es decir, los niños con mutismo selectivo se
comunican verbalmente con normalidad en los entornos más familiares y próximos
y no lo hacen en entornos o situaciones menos familiares y/o con personas poco
conocidas. La duración del mutismo selectivo lleva más de un año. El niño con esta dificultad siente un MIEDO real a hablar y a
las interacciones sociales, cuando existe una expectativa de que él hable. Aunque
no exista ninguna razón lógica para el miedo, las sensaciones que el niño experimenta
son tan reales como las experimentadas por una persona con una fobia.
La autoestima es el eje central de la seguridad personal y
nuestros alumnos la construyen en función de cómo interpretan emocionalmente,
por tanto, inconscientemente sus vivencias. Así el cerebro emocional puede
secuestrar al cerebro cognitivo. Los niños con estas dificultades parecen haber generado creencias de
identidad negativas. Seguramente no se acuerdan de ello pero su memoria emocional
sí. Activan el mutismo selectivo como
mecanismo de protección. Sienten menos dolor emocional al mantenerse callados en
determinadas situaciones y con unas personas especificas.
Es por ello que se determina que estos niños presentan, en el
momento actual, Necesidades Específicas de Apoyo Educativo derivado de su problema de
comunicación, que afecta directamente a su rendimiento escolar. Son niños que necesitan:
- Aprender a manejar sus emocionales.
-
Ofrecerles actividades que el permitan la repetición y la internalización de las
estrategias más eficaces para ellos.
- Generar
experiencias emocionales positivas que contrarresten esas otras negativas que
traen previamente incorporadas, proporcionándoles situaciones que mermen la carga
emocional negativa y, consecuentemente, ayudándoles a crear una identidad
personal positiva que le permitan aprender.
- Aprender estrategias de relajación progresiva y respiración mediante el uso de
actividades lúdicas.
-
Reforzar sus habilidades sociales a través del juego.
-
Sentirse seguros para que desaparezca su comportamiento defensivo, “el mutismo
selectivo”.
Pautas para
trabajar con estos niños
Intensificar el vínculo afectivo positivo con el niño. Con este fin se pueden realizar
diversas estrategias: destinar momentos concretos a lo largo del día (2 ó 3)
para estar con él e interesarse por sus “cosas”; establecer contacto físico
cariñoso frecuente con el niño, utilizar el elogio privado y público por las
tareas bien realizadas, contar con él en las situaciones que se produzcan en
el aula, hacerle consciente de la atención del profesor con sonrisas y guiños,
realizar juegos en el aula y hacer pareja de juego con el niño…
Favorecer las interacciones entre los niños y entre éstos
y los adultos en el centro. Para ello se diseñarán actividades en parejas y pequeño
grupo. Se pueden realizar actividades de trabajo escolar tales como realizar
murales, hacer construcciones, juegos de ordenador que exijan dos
participantes…; y actividades de juego libre y juego dirigido (juego social,
juego cooperativo…). La elección de los grupos será realizada siempre por el
profesor, igualmente programará las ayudas que el niño necesita y estará muy
pendiente del desarrollo de las actividades.
Evitar actuaciones, tanto de los compañeros como de los
profesores, que puedan mantener el comportamiento de mutismo, tales como dar por válidas
respuestas gestuales del niño, darle la posibilidad o sugerirle que responda
de otras formas distintas a la verbal, permitir que otros niños pidan algo o
respondan por ella, realizar comentarios que justifiquen o expliquen el
comportamiento del niño (“No habla porque…”…).
Evitar la sobreprotección. Ante situaciones sociales en las
que es visible la incomodidad del niño, y en las que se manifiesta la
tendencia del adulto a sobreprotegerlo, conviene resolver la situación actuando
de manera general, sobre todo el grupo, y no centrándola en el pequeño. No conviene
justificarlo ante los demás, ni expresarle comprensión, ni insistirle en que
responda verbalmente… Tampoco se le harán las tareas que el niño puede hacer
por sí solo.
Asignar pequeñas tareas de responsabilidad dentro del aula y del centro
educativo ajustadas a la edad (hacer recados, repartir/recoger material, borrar
la pizarra, pedir fotocopias al conserje…)
Aumentar el control del adulto, sobre las interacciones
entre los iguales,
con el fin de evitar el aislamiento del alumno y, sobre la existencia de
tiempos de trabajo en los que la actividad escolar depende de su propia
iniciativa.
Evitar que el alumno pase desapercibido en las actividades que
impliquen la participación de todos (responder a preguntas, cantar, representar con mímica…),
respetando escrupulosamente su turno y asignándole un tiempo de participación.
Incrementar dentro de la programación de aula las
actividades que impliquen movimiento corporal y contacto físico entre los niños (hacerse
cosquillas, formar “montones”, darse abrazos…).
Introducir o incrementar en la programación de aula actividades
de relajación para realizar en grupo (salir a borrar la pizarra, repartir
materiales, llevar algo a otro profesor, recoger fotocopias en conserjería,
acompañar a un niño...).
Reforzar con frecuencia los comportamientos y actuaciones
que el niño realiza bien (trabajos escolares, atención a las explicaciones,
disposición al trabajo, ayuda a compañeros…).
Crear un clima de seguridad, aceptación y confianza en el aula favorable a la
comunicación verbal.
Programar tiempos de coordinación de todo el profesorado que interviene en la atención
educativa del grupo al que pertenece la alumna, para dar coherencia y
consistencia a la intervención educativa. Es fundamental que todo el
profesorado que tiene relación con el aula y con el niño, junto con la
orientadora, comprenda los objetivos y estrategias a llevar a cabo, diseñe y
planifique las actividades a realizar en sus sesiones y ponga en común los
resultados y dificultades encontradas. La coherencia y consistencia de las intervenciones
de todos contribuirá positivamente a que tenga resultados positivos.
Se les dará instrucciones a los padres para que hagan
“vida social” dentro del entorno escolar. Siempre que sea posible, les
llevarán a la escuela, les recogerán, y permanecerán en el patio escolar fuera
del horario fomentando el juego de la niña con sus compañeros. Los padres
deberán establecer interacciones sociales con otros adultos ofreciendo al niño modelos
adecuados de relación interpersonal.
Mantener estrecha relación con la familia para el
trasvase de información y el ajuste de las pautas y estrategias a implantar en
el ámbito familiar.
En cuanto a las
actividades para potenciar el uso de lenguaje:
·
Diseñar y planificar
actividades y juegos de producción de sonidos y comunicación corporal:
-
Juegos de movimiento corporal (imitación de gestos, adivinar objetos o acciones mediante
mímica, dirigir a un compañero con los ojos vendados…).
-
Juegos de producción de sonidos corporales (palmadas, soplidos, golpes con pies, silbidos,
chasquidos…).
-
Juegos con sonidos inarticulados y articulados (encadenamiento de sonidos,
gradación de sonido, asociación de sonidos a movimientos…).
En relación con el desarrollo de
estos juegos, es conveniente tener en cuenta lo siguiente:
a. La profesora determinará la
composición de los grupos de juegos. Estos grupos serán inicialmente muy
reducidos, parejas o tríos, y se irán ampliando progresivamente. Por otro lado,
ayudará al niño a integrarse y en el grupo de juego y a participar en él,
evitando su tendencia al aislamiento y la falta de iniciativa.
·
Realizar actividades y juegos de habla
enmascarada, en las que al niño no se le ve la cara mientras habla (títeres,
marionetas, hablar por teléfono dentro de una casita, máscaras, juegos de
hablar al oído…).
·
Plantear juegos de
pareja que requieran emisiones verbales sencillas en cuanto a contenido y breves en
cuanto a longitud (lotos, memoris, el mensaje secreto, adivinar oficios,…)
·
Organizar en torno a
los rincones del aula pequeños grupos de trabajo y/o de juego en los que se le
facilite al niño el intercambio verbal con compañeros. Es importante que los
agrupamientos sean establecidos previamente por la profesora cuidando
especialmente la composición de los grupos (inicialmente con los niños con los
que tiene una mayor relación).
·
La gran tendencia a la acomodación del niño (y de los
adultos del entorno escolar y familiar) en el nivel de emisión verbal alcanzado
por ésta, sugiere la necesidad de ir aumentando la exigencia de emisión
verbal y las situaciones de intercambio comunicativo.
·
En general, cuando se tenga que realizar la planificación
y diseño de actividades, habrá que partir siempre de lo que el niño es capaz
de hacer en cada momento, planificando y llevando a cabo, siempre de forma
progresiva, actividades de mayor complejidad.
·
Por último, no conviene mantener la aplicación de una
estrategia durante más de dos semanas, si ésta no ha producido progresos en el niño. Cuando esto ocurra, diseñaremos y probaremos con otro tipo de
estrategias.
En cuanto al
desarrollo de la autoestima del niño:
v
Es una buena idea hacerle reflexionar sobre todo lo que
sabe hacer bien, recordarle las frases agradables que se han dicho de él, que
lo escriba. Es importante que pueda tener esa lista siempre cerca o pegada en
la pared para que pueda recordar sus logros y sus buenas cualidades.
v
Es muy importante que se le recuerde en casa lo mucho que
le quieren y que es un amor incondicional.
v
Debe saber que es un niño especial; que es singular y no
hay nadie en el mundo como él porque solo hay un ________.
v
Se debe decirle cuando hace las cosas bien para protegerle del daño que le hacen sus errores y que pueden provocarle el sentimiento de
ridículo. También es buena idea contarle las características que tiene que
gustan a los demás. Es preciso elogiarle solo cuando tenga sentido, sino
perdería su efecto.
v
Los padres deben recordarle lo orgullosos que están de
ella cuando pasa por situaciones que le dan miedo. Es un niño valiente.
v
Es preciso recordarle que muchas cosas son de escasa
importancia y que se solucionarán solas. Si se encuentra atrasado en una cosas
es seguro que irán más adelantada en otras.
v
Lo que viste el niño es muy importante para él. Los
padres deben velar porque acuda al centro conjuntado, con la ropa limpia, a la
moda…
v
No juzgarle de forma negativa cuando él pueda oirlo. Si
oye que cierta gente le critica, dará por sentado que los demás ven esas cosas
por las que se le está criticando y llegará a la misma conclusión; por lo tanto
tendrá miedo de repetir esa conducta en público.
v
No hay que desestimar los sentimientos del niño, si está
molesto no debe decírsele que se calme y que actúe de acuerdo con su edad. Es
preciso, por el contrario, comentar con ella el asunto e intentar solucionarlo.
Eso le ayudará a ganar confianza para solucionar futuros conflictos.
Por último, será muy importante mantener una adecuada
coordinación de todos los profesionales implicados en la evolución positiva del niño.
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